Año 1996, año arriba
año abajo, de vuestro señor Jesucristo.
Corren malos tiempos y
la situación es preocupante para las educadoras de las asociaciones
que gestionamos y desarrollamos los programas de los E.I.C. (equipos
de Intervención Comunitaria); mas o menos lo equivalente hoy en día
a los EISECOS (Equipos de Intervención Socio Educativa y Comunitaria).
Hace ya 18 meses que las administraciones publicas no nos pagan por
el trabajo que hemos y seguimos haciendo.
Las educadoras de
calle, de menores, de familia, comunitarias, socias y no socias de
las asociaciones una piña, afortunadamente.
Después de visitar
organizaciones, administraciones, organizaciones de apoyo a los
trabajadores, el vacio y la sensación de estar mas solos que la una.
Las asociaciones
buscan otras salidas, todas vivimos de esto, y además tenemos la
sana intención de seguir haciéndolo. Se piden líneas de crédito,
se avalan pisos propios,…..
Bueno os lo imagináis
¿no?.
Uno de estos
innumerables intentos fue como os lo cuento:
“Dos aguerridas
educadoras se dirigen a las oficinas de la administración
“compentente” y responsable de la situación. Era viernes y el
edificio estaba en el antiguo solar de la plaza de la plaza de gas,
según miras a la derecha del ayuntamiento, (no se van a dar mas
pistas). La intención ir y decir que el problema, ya es; que tenemos
hambre, decidimos además hacer uso de la ironía y del buen humor.
Llegamos sobre las 12
del mediodía, la hora del almuerzo, lo sabemos por que en la mesa de
la sala de reuniones hay tres bandejas de pintxos variados y dos
botellas de vino tinto. Con esa ironía y buen humor les informamos de
que la situación es un tema de necesidad y que estamos pasando
hambre.
Una de las técnicas
responsables, pero de las mas responsables de ese área, coge el
teléfono, llama al bar “no quiero decir su nombre” y con una
sonrisa dice: Luisito, que pasa majo, oye, subete otras dos bandejas
de pintxos mas, que aquí hay dos chavalotes que tienen hambre.
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Dicen que la dignidad
no tiene fronteras, ese dia la nuestra se quedaron en aquella
sala,cuando nos dimos la vuelta y dejamos atrás los pintxos, el vino
y como os digo nuestra dignidad.
Educador de calle
sin hambre pero con mucha sed
Joder hermano!! La conversación con las instituciones... por algo hablan del declive de la institución. Quizás no fuisteis "claros" en vuestra demanda, la próxima vez no utiliceis la ironía, sobretodo si hay botellas de vino en juego. Un abrazo, Cosme.
ResponderEliminar¡ Aquellos tiempos! Aquella situación de precariedad se ha generalizado, cuál mancha de aceite a todos los estractos sociales, menos a los de siempre.Nosotras los y las educadoras retrocedemos también como el resto de la sociedad. Para muchas de nosotras y nosotros es un terreno conocido y aunque un poco cansadas aquí seguimos ¡ al pié del cañon! y como siempre con mayor o menor fortuna,apostando por una sociedad más solidaria, más justa y más equitativa desde nuestro quehacer diario. Seguimos y seguiremos así que ¡adelante! hay muchas nubes negras en el horizonte pero también muchos rayos de sol con solo abrir los ojos y dejarse guiar por ellos.
ResponderEliminarEstoy poética hoy. Inés