viernes, 24 de enero de 2020

ROMPE LAS REGLAS



Hace unos meses, finalice mi andadura profesional , después de casi 45 años sujeta a diversos contratos laborales. Digo  profesionalmente, porque me sigo considerando educadora social , por lo que aquí o allí es y será mi impronta. 
Por ese motivo, las y los compañeros de Susterra, han publicado una bonita entrevista en su último  número de la revista ENTERATE, de lo que ha sido mi trayectoria profesional, que me gustaría compartir con todas las personas que estáis inmersos en esta apasionante y llena de retos que es nuestra profesión. 


TRAYECTORIA PROFESIONAL – ACCION/REFLEXION/ACCION



Inés Picó ha sido, para algunas de las personas que trabajamos en Susterra, un referente  profesional. Su etapa laboral llega a su fin, (los años pasan) y nos gustaría poder compartir con toda la gente que lee esta revista una pequeña parte de su experiencia.



-Una primera reflexión sobre estos años como educadora

Echando la vista atrás, lo primero que me doy cuenta es,  a lo largo de la vida vamos tomando decisiones, más o menos conscientemente, que nos van situando en un lugar o lugares concretos;  en unos lugares y no otros. Son elecciones que vamos haciendo y nos llevan por caminos concretos, que son los que finalmente queremos transitar.  Eso es lo que yo siento.



Parafraseando a un compañero “Somos educadoras las 24 horas porque nuestra mirada es social: no es de otra forma, no puede ni (me atrevo a decir) debe serlo. Nuestros ojos son críticos; cuando compramos ropa; comida… cuando vemos la tv; cuando miramos internet; cuando escuchamos la radio e incluso la música que elegimos. Esa es la mirada social

El ser educador social las 24 horas; no es llevarnos el curro a casa,

Sino tener y actuar desde esa mirada social.

Por tanto diría que SOY y siempre he sido Educadora Social, más allá de los contratos laborales.



-¿Cómo empezaste en esto de la educación social?

Mi historia profesional en la Educación Social, va de la mano de lo que ha sido el inicio de la profesión y su desarrollo a lo largo de estos años.

En realidad, empecé a ejercer profesionalmente de manera tardía, con alrededor de 35 años, aún no se había creado la diplomatura de Educación Social.

No obstante, ya venía de estar en contacto con lo que fue la base de la profesión: con grupos de tiempo libre; escuelas de padres; foros en torno a la mujer, Formación, etc… Era el año 1975, todavía dictadura y todavía con todo por hacer. Teníamos muchas inquietudes y había mucha participación social. Yo participaba desde el voluntariado asociado al tiempo libre. Aparte me tenía que buscar la vida, así que trabajé durante 17 años de secretaria de dirección mientras me sacaba una licenciatura, que en mi caso, al no existir Educación Social, era la de Pedagogía.


-¿Qué destacarías de aquella época?

 A/ El contexto social, el momento en que yo y otras personas como yo, empezamos a implicarnos y comprometernos socialmente. Salíamos del agujero y todo estaba por hacer: mucha participación social; asociaciones de vecinos muy activas, con mucha ilusión y ganas.



B/ Vocación:   No quiero decir que ahora las personas que salen con el grado de Educación Social no tengan  vocación, solamente digo que ahora existen muchas variables más para elegir la carrera. Nosotras tuvimos “perseguir” nuestra vocación para que se hiciera realidad, para dotarla de cuerpo y reconocimiento.



C/ Coherencia: Allá por el año 91,  En Agintzari me dieron la oportunidad (había estado formándome con ellos, porque había mucha formación y muy  buena) de hacer una sustitución para educadora de familia. No me lo pensé e hice “un salto en el vacío” y me lancé, midiendo los riesgos, que eran muchos, pero lo tuve claro y ahí sí, empecé como Educadora  profesionalmente hablando.

Me costó asumir, y lo hice con gusto, que me pagaran. Pero si hasta entonces había sido como si llevase dos vidas paralelas, una dedicada a ganarme la vida y otra la verdaderamente mía, ahora se unían ambas y todo iba en sintonía, era coherente.



-Participaste en los inicios de la profesión como tal, ¿qué recuerdas?

Esta también fue una labor ardua de un buen puñado de educadoras y educadores a lo largo de varios años. Diplomatura, colegio, procesos de habilitación, código deontológico, etc… que han ido poniendo los cimientos de la profesión. 


Creo que es importante recordar estas cosas porque  a veces tendemos a pensar que lo que tenemos, lo que disfrutamos, ha estado ahí siempre, o alguien nos lo ha concedido, y esto nunca es así.  Es gracias a la persistencia, la lucha, la preparación de muchas personas que conseguimos hacer realidad tanto derechos como oportunidades, sueños ,etc.



-¿Qué papel juega la formación en este quehacer?

Me parece importante la formación, seguir formándome y no necesariamente con cursos y más cursos, que también, sino desde la inquietud por leer, contrastar, reflexionar, escribir. A mí aún me sigue sorprendiendo lo que aprendo, lo que me muestran y me enseñan las personas que acompaño en mi tarea.



En los tiempos en los que aún no hablábamos ni de profesión ni de carrera ni de nada de esto, había una máxima que seguíamos en los grupos en los que estaba envuelta y enredando, era:

“acción, reflexión, acción”, es decir estaba la experiencia, la reflexión o teorización (si lo preferimos) y vuelta a la acción. Esta máxima me sigue ayudando-

También  autores que me han acompañado y que son referentes importantes: Carl Rogers, con conceptos importantes como la Congruencia; Paulo Freire en su pedagogía del oprimido y en la definición que hace de Educación bancaria que no se ajusta a la verdadera educación (la educación bancaria contempla al educando como un sujeto pasivo e ignorante, que llevado al campo de la educación social, supone que es el profesional de la educación el que le dice lo que ha de hacer).  Y otros muchos: Minuchin; Cancrini, Marco Marchioni, Barudy, Zirulnik, Ubieto, Bauman, también Sanpedro y otros.

Y en la medida que voy leyendo, aprendiendo…, me doy cuenta que, como dijo Sócrates “solo sé que no sé nada” .

O el contacto con Jesús Hernandez Aristu para mí una  de las personas, sino la persona que más me ha aportado personal y profesionalmente por la autenticidad y congruencia  que nos transmitía,  y por la posibilidad que me dio para conocer “mi herramienta de trabajo” que soy yo misma.



-Después de tantos años como explicarías básicamente en qué ha consistido tu trabajo, o en qué consiste ese modo de vida?

Acompaño la vida cotidiana de las personas para que la mejoren. Así de sencillo y de complejo al tiempo.  Porque hablo de acompañamiento, de presencia, de escucha, de vinculo…



-Señálanos algunas cuestiones a mejorar en este trabajo

En alguna medida la profesión ha sido subsumida por las Administraciones y las políticas sociales; se ha ido ordenando, protocolizando, en aras a cada vez una mayor eficiencia y un mayor control, unas mejores estadísticas. Así las personas, las comunidades, los colectivos se convierten en: expedientes, nº de casos atendidos, poblaciones dianas. Todo tiene que entrar en un Item. La deriva actual es que el objetivo de nuestro trabajo sea cumplir los protocolos con la mayor eficiencia posible y que las personas, sus vidas entren en un determinado ítem, cumplan unas determinadas expectativas perfectamente controladas y controlables… Pero resulta que  las personas somos únicas, tenemos  expectativas propias, proyectos de vida propia, procesos únicos. Las personas, los colectivos, están y tienen que seguir estando, en el centro de nuestra intervención, no las estadísticas ni los protocolos que son o debieran ser, herramientas que nos ayudan.  Creo que este es un gran reto en este momento para la profesión.



Por otro lado parece que nos seguimos empeñando en respuestas que como mucho “tapan algunos agujeros”, en lugar de revisar nuestro modelo de convivencia y buscar  incidir en los orígenes de las situaciones.



-Ahora que llega tu jubilación ¿Está siendo cómo la habías imaginado?

Hace años en una formación, hicimos un ejercicio de visualizarnos y expresar como nos gustaría vernos, al término de nuestra vida profesional y yo contesté que me gustaría estar haciendo lo que hacía, con las mismas ganas, motivación y entusiasmo. Afortunadamente, así es , cierto que en ocasiones me siento cansada, pero creo que es más un tema de edad y de circunstancias que la vida va trayendo.



Así que:

Jubilada o no, seguiré siendo educadora social, porque no puedo dejar de tener una mirada social y eso solo ya me compromete  quizá con un poco menos de energía, pero con la misma pasión, porque vivimos tiempos apasionantes y llenos de retos, donde todo está por inventar y hacer en este nuevo sistema que emerge.