El pasado miércoles 14
de marzo de 2018 fuimos invitados a la presentación de la publicación “Acompañamiento social: construyendo relaciones que transforman” del
Observatorio del Tercer Sector de Bizkaia, en la Facultad de Educación de
Bilbao, Universidad del País Vasco. Nos acompañaron Raúl Castillo, Israel
Alonso, Beatriz Oliveros, Clara Natividad, Iñigo y Roberto.
La práctica del
acompañamiento social se ha ido abriendo camino en multitud de sectores de la
intervención social, no obstante, advertimos las notables
diferencias que existen, a veces antagónicas, entre las diversas formas de
acompañar que recorren la amplia red asistencial.
Una
propuesta: acompañar en la elaboración de un saber propio
El saber que interesa a
nuestra práctica es aquel que se va depositando poco a poco en cada uno de
nosotros apropósito de nuestras experiencias y coyunturas vitales. Se trata de
un saber que a menudo es ignorado por nosotros mismos, sin embargo, esa
cualidad no le resta su potencia, es más, le dota de una potencia singular,
orientando nuestras vidas.
No se trata entonces ni
del saber técnico ni del conocimiento universitario, sino de hacer emerger ese
saber, a veces ignorado, que está del lado de la persona que atendemos. Un
saber, el de cada uno, que nos permitirá organizar nuestro lazo social. Un
saber con el que circular por el mundo y habitar recorridos posibles. Un saber
que hará posible, para cada uno, encontrar su lugar y su estilo.
Para poner en
circulación este saber, que está del lado del sujeto, se necesita un tiempo y
un vínculo. Una relación a la que llamamos transferencia. Dar un tiempo,
escuchar, preguntar, sostener. Soportar la transferencia. Soportar el vacío, el
dolor y la angustia, es consustancial al encuentro y al lazo social en el
trabajo con personas.
Nuestra práctica nos
enseña que el saber se construye poco a poco, y que para ponerlo a nuestro
servicio, usarlo y desplegar sus implicaciones, es necesario un Otro. En nuestro
caso, una institución que pueda acoger este saber, localizarlo y promocionarlo.
Para ello son necesarias, al menos, tres consideraciones.
- Que
el profesional esté dispuesto a sostener una posición de confianza en las
personas que se dirigen a él. Una confianza basada en la presunción de que
hay un sujeto, y de que hay un saber (por elaborar). Que el sujeto tiene
un saber sobre sí mismo pero que quizás aún no ha localizado sus
coordenadas ni aquellos resortes que puedan hacerlo circular; servirse de
él.
- En
segundo lugar, es necesario que el profesional se coloque en una posición
de no-saber. Es decir, no taponar con sus ideales (ideas) ni con sus
conocimientos (programas) la falla por la que cada sujeto está constituido
y que supone la puerta de entrada a su propio saber. No precipitarnos en
nuestras interpretaciones, sino, más bien, acompañar en la elaboración de
un saber propio; el de cada sujeto implicado.
- Una
institución regulada, no dogmática, capaz de alojar las invenciones
propias de cada sujeto implicado.
Bajo estas
consideraciones, propongo una nueva definición del concepto de acompañamiento,
compatible con las ya existentes en el programa asistencial. Acompañar a cada
persona en la emergencia y elaboración de este saber propio.
Cosme Sánchez Alber
Técnico en
intervención social