En los territorios de la Educación Social nos importan las historias. Las personas que acompañamos tienen una historia que puede ser contada y escuchada. En ocasiones la destreza de un educador social consiste precisamente en crear espacios y tiempos donde el sujeto pueda historizarse un poco; acompañar en el bordeamiento, el anudamiento y la re-elaboración de algunos pasajes y sucesos que dejaron una marca, una huella en la historia del sujeto.
Inventar lugares donde historizarse
Por ejemplo, en el trabajo con adolescentes suele ocurrir que los jóvenes no encuentren lugares donde poder hablar de lo que les pasa. No obstante sabemos que las adolescencias están atravesadas por un sufrimiento que no cesa de inscribirse (Brignoni, 2012). Ocurre que nadie les preguntó nada, nadie les dio la palabra, pero también sucede que en esta “la más delicada de las transiciones” (Lacadee, 2007) no es fácil para ellos confiarles a las figuras adultas sus secretos: Quien soy yo, qué quiero, cual es mi deseo. Por eso la educadora social que atiende a estos jóvenes debe darse un tiempo, que no es ni más ni menos que el tiempo subjetivo que cada adolescente necesita para ocupar su lugar de enunciación.
Sujetos del lenguaje
Se trata de la lengua, como un universo simbólico que nos precede, y a la que fuimos arrojados incluso antes de haber nacido. Y por esto, parte de la tarea educativa más temprana ha consistido siempre en cómo y de qué singular manera cada una de nosotras podemos apropiarnos del lenguaje, que es la lengua del Otro. Para algunas personas la relación con el lenguaje, con su palabra, es complicada. Algo no pudo anudarse bien. Y aquí radica el obstáculo, el nudo desecho, el hueso que hay que roer y atravesar para todo ser hablante, sin excepción.
Zonas oscuras en la historia: lo no dicho.
Es por esto que, como señala Violeta Núñez, en el campo de la pedagogía social, entendida como aquella disciplina pedagógica desde la que se trabaja en las complejas fronteras de la inclusión/exclusión, nos conviene orientarnos por lo que Giorgio Agamben ilustra en su texto “¿Qué significa ser contemporáneos?”.
¿Qué significa ser contemporáneo?Siguiendo la lucidez de Agamben, ser contemporáneo implica meterse con lo tenebroso de nuestros tiempos. Que la luz no nos ciegue, que la claridad no nos impida ver la oscuridad de nuestra época. Esto solo es posible si estamos dispuestos a discutir con los viejos paradigmas y no ceder ante nuestro propósito de contemporaneidad al que nuestra disciplina nos empuja. Nuestra historia, la de la Educación Social, nos convoca a ser contemporáneos en el particular sentido que Agamben otorga a este término.
“Contemporáneo es aquel que tiene la mirada fija en su tiempo para percibir no la luz sino la oscuridad. Todos los tiempos son, para quien experimenta la contemporaneidad, oscuros. Contemporáneo es, justamente, aquel que sabe ver esta oscuridad, y que es capaz de escribir mojando su pluma en las tinieblas del presente.”
En el campo de la desinserción social, se trataría pues de poder abrir un territorio de pensamiento sobre aquella dificultad del sujeto que se presenta como una incógnita, algo que se muestra inefable, indescifrable, pero que no por permanecer oculto opera menos. Abrir una dimensión a la pregunta sobre aquello que permanece velado tanto para nosotros como para la persona a la que acompañamos. Acompañar a que el sujeto enuncie su dificultad, su no saber sobre sí mismo.
No parece una tarea fácil. Efectivamente no lo es. ¿Por qué? se preguntarán ustedes. Porque los educadores también tenemos zonas oscuras. Decíamos que todos tenemos nuestros secretos. Todos tropezamos con alguna piedra, siempre hay por lo menos una piedra en el camino de cada uno de nosotros, como decía el poeta Carlos Drumond de Andrade en la coetánea Tentativa de exploraçao e de interpretaçao do estar no mundo.
“No meio do camino tinha uma pedra
Tinha uma pedra no meio do camino
Tinha uma pedra
No meio do camino tinha uma pedra…”
(Drumon de Andrade, 1997:196.)
Entonces, los educadores sociales tienen que saber algo sobre su propia piedra. Su dificultad. ¿Qué es lo que a cada una de nosotras nos hizo elegir esta profesión tan particular? Una disciplina que trata precisamente de las piedras de cada uno. Aquellos obstáculos que nos impiden avanzar y que en ocasiones nos hacen caer del otro lado del camino. Para poder conversar con la piedra del otro, uno debe antes haber aislado su propio hueso. De lo contrario, nuestra piedra estará siempre ahí, en medio del camino, incansable y muda.
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Notas1.- Para contactar: cosmesan@hotmail.com: tel. 620313855; Calle Zabala, nº 19, 2ºA. Bilbao, Bizkaia.
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Bibliografía:Drumond de Andrade, C. (1997). Antología poética. Rio de Janeiro: Editora Record (36ª).
Brignoni, S. (2012). Pensar las adolescencias. Barcelona: UOC.
Lacadee, F. (2010). El despertar y el exilio. Enseñanzas psicoanalíticas sobre la adolescencia.Madrid: Editorial Gredos.
Núñez, V. (2007). Pedagogía Social: un lugar para la educación frente a la asignación social de los destinos. Barcelona: Universidad de Barcelona.
Bibliografía:Drumond de Andrade, C. (1997). Antología poética. Rio de Janeiro: Editora Record (36ª).
Brignoni, S. (2012). Pensar las adolescencias. Barcelona: UOC.
Lacadee, F. (2010). El despertar y el exilio. Enseñanzas psicoanalíticas sobre la adolescencia.Madrid: Editorial Gredos.
Núñez, V. (2007). Pedagogía Social: un lugar para la educación frente a la asignación social de los destinos. Barcelona: Universidad de Barcelona.
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