
Algunos días te despierta la pereza, esa que te habla y te indica
que un gran incendio ha devastado generalmente, tu lugar de trabajo,
las tareas de reconstrucción se retrasaran tres meses en el mejor de
los casos. No pasa nada, esto es normal, al de pocos minutos te
descubres a ti misma frente al espejo y todos tus sueños se
convierten en eso, en sueños....
Un día el despertador resulta ser gracioso, esta de buen humor y
decide concederte una tregua, no suena y …......AHHHHHHHHHHHH,
emulando a mister Bean, saltas de la cama, (se han dado casos de
verdaderos records de salto de mesilla), brazos estirados y un leve
trote por el pasillo con un movimiento de muñecas, imaginaos la
escena, a que si, ese día ni te miras al espejo, la belleza pasa a un
segundo plano, mientras intentas marcar el numero del trabajo, ese
día nada esta en su sitio, si vives en pareja mejor, ya tienes
culpable, se va a cagar cuando le pilles, y pobre si esta a tu lado.
Al final no pasa nada, a todo el mundo le pasa.

Hoy la rabia te ha despertado, la sensación de impotencia, la
rebeldía, para que tanto esfuerzo, nunca cambia nada, porque no seré
bedel o bedela en el instituto, al fin y al cabo siempre podría
aconsejar a las estudiantes, y las responsabilidades; que maravilla,
irte a casa con la preocupación de si me he dejado la impresora
enchufada, el paquete de folios fuera del armario,; no te engañes,
te agobiarías igualmente, el problema no es la profesión, siempre hay
alguien a quien echarle las culpas de tu estado de animo.
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De vez en cuando, el optimismo y la creatividad se cuelan en el
despertador y el sonido enmudece, te has despertado 10`antes con
brillantes ideas y has caído en la cuenta de que te gusta tu
profesión, incluso hasta tu trabajo, KE PASADA!!!, así con K, como
los modernos; ese día hace buen tiempo, los pajarillos te acompañan
con su trinar de camino al trabajo, todo es luz y color, no puedes
entender de donde sale esa alegre melodía que te incita a ir con ese
balanceo al caminar. Te miras a los escaparates y piensas: “que
estilo, que verticalidad, que bien me sienta todo”. Aprovecha esos
momentos, habrá alguna gilipollas que te arruine el día.
Y así todos los despertadores que quieras.
Lo mejor de todo es que al final nos guste o no, hacemos el camino; y
ya que va a ser así, os recomendamos que os hagáis con un
despertador, como decía la amiga de mi amiga, que suene con las dos
melodías, la del sentido común y la del buen humor.

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Animo y esperamos vuestras andanzas, solo tienes que poner delante DE TU PUÑO Y LETRA.